O la película que vi el otro día y con la que voy a hacer mi entrada triunfal en el blog.
Anita G.
En españa, siguiendo esa tradición que tienen de llamar a las películas como les sale de las pelotas, la llamaron “Una muchacha sin historia”. Nada más lejos de la realidad, esta muchacha tiene una gran historia, eso sí, enormemente triste. Una tristeza que no estamos acostumbrados a ver en el cine. No hay lágrimas, no hay sensiblería, casi parece que no haya sentimientos pero, cuando miramos profundamente a los ojos de la bellísima Anita, sabemos que todo está allí.
.
Nuestra protagonista, de quien sólo sabemos al inicio de la película que ha pasado de la RDA a la Alemania occidental, se ve continuamente obligada a huir sin cesar en un perpetuo enfrentamiento con una sociedad que no la acepta. No consigue abrirse camino en el Oeste porque todas sus parejas no ven más que un objeto en ella. Así, de amante en amante y de trabajo en trabajo acabará por dar con sus huesos en la cárcel.
Como decía al principio, Alexander Kluge consigue contarnos la historia de una manera tremendamente fría, distante. Cuantas veces podremos haber visto este cuento de jóvenes pérdidas, en huida constante, que sólo buscan quien les ame. Sin ir más lejos la famosa “Desayuno con diamantes”, un relato parecido pero, cuan diferentes son estas dos películas. Y no por las diferencias en la historia, sino por la forma de contarla.
Kluge es un genio. Formalmente… única, arriesgada, sorprendente, no sé, a veces incluso rozando lo experimental: predominio del primer plano, voz en off, citas y reflexiones introducidas como intertítulos, separación en capítulos, inserción de fotos, dibujos y falsos-documentales en mitad de la película…y todo ello cobra sentido gracias al montaje, éste radicalmente distinto del montaje clásico de Hollywood o del dialéctico de los autores soviéticos. Me arriesgaría a decir que el montaje de Kluge es el hermano bastardo del de la Nouvelle Vague, en cuanto a lo caótico de éste último.
Pero nuestro autor alemán no busca sólo la confusión, ni mucho menos, lo que busca con su montaje es la participación activa del espectador. Esto es muy difícil de explicar (y de entender) pero lo intentaré: cuando Kluge inserta en medio de sus películas fotografías, material de archivo, ilustraciones de libros, intertítulos,… yuxtaponiéndolos con la historia narrada, lo que pretende es que el espectador “despierte”, que haga asociaciones y deducciones. Kluge no coloca todos estos elementos con un sentido o significado final en mente (como haría Eisenstein), sino que busca que estas asociaciones sean propias, es decir, que sea el espectador quien les confiera el sentido.
Hay que verlo.
Cómo conseguirla… ni idea, la vi porque estaba en el último ordenador que robé. Si a alguien le interesa mucho que ponga un comentario y la subo al pando.
Jorge
2 comentarios:
gracia compañero espaniol. un abrazo de argentina ina ina
Hola, acabo de toparme con el dvd gracias al inmenso azar, entonces decidí dar con la traducción del título, es asi que me encontré con este blog. Debo decir que ahora sólo me queda encontrar un día tranquilo y verla con dedicación.
Saludos
Publicar un comentario