Por todos es conocida la religiosidad de uno de los grandes directores del cine,Carl Theodor Dreyer. Artífice de películas de la talla de "La pasión de Juana de Arco", "Vampyr, la bruja vampiro", o la propia "Ordet", Dreyer puede catalogarse como un director que impone la calidad ante la cantidad. La idisincrasia de su estilo le llevó ha realizar algunos de los mayores clásicos de la historia del Cine.
Pero no es momento de repasar su trayectoria, me centraré al contrario en una de sus mejores películas: La palabra, "Ordet". No destaca por su rapidez de planos, al contrario. Sin embago Dreyer conjuga de forma espectacular la forma y el fondo, por el uso del movimiento y del blanco y negro. Así como por la trascendencia e impacto que supuso su temática: el conflicto religioso
Pero vayamos por partes.
Ordet es una película donde el momento cumbre de la obra comienza cuando transucrre la hora y cuarenta minutos. El final es conmovedor, MILAGROSO, extraño. Dreyer impregna el film de una religiosidad contagiosa, pero sin entrar en este ámbito hay que defender la calidad de la obra.
La historia transucrre en la Jutlandia occidental, en 1925. El viejo y culto Morten Borgen, que dirige una granja, es el padre y líder de una saga familiar: tiene tres hijos, una nuera y dos nietas. Hay que destacar sin duda la presencia del mediano de los hijos, Johanseen, estudiante de teología que sucumbió ante la locura, la cual llegó de la mano de las dudas existenciales que nacieron en él mientras estudiaba. Un personaje importante, principal, genial. Es el autor, de hecho, del milagro final. Pero no quiero descubrir el final, sólo dar pinceladas para que quién no haya visto la película la vea, y quién tenga la suerte de haberla disfrutado, refelxione sobre ella.
El torrente de espiritualidad con el que Dreyer impregna el film se deja ver en una de las mejores secuencias: La conversación de M.Borgen, luterano, con el sastre, de la Iglesia de la Misión Interna. En ella ambos debaten sobre el posible matrimonio de sus dos hijos, con la religión como telón de fondo.
Con un blanco y negro bello y perfecto,y la luz y el detalle en los rostros y los objetos, Dreyer es capaz de crear cuadros en el transcurso de la historia. Quiero recordar - o presentar - (según si habéis visto la película o no) el encuadre maravilloso, el plano estremecedor del funeral. Parece pintado por el más sublime de los pintores, con la luz del ventanal que envuelve la habitación. Ese juego de blancos y negros, de luz y sombra que no hace sino que queramos parar la película para observarlo con detenimiento - al menos yo así lo hice-.
Ordet es, sin duda, la cima del lenguaje cinematográfico de Dreyer, distanciado de un cine convencional que nunca entendió.
Pero no es momento de repasar su trayectoria, me centraré al contrario en una de sus mejores películas: La palabra, "Ordet". No destaca por su rapidez de planos, al contrario. Sin embago Dreyer conjuga de forma espectacular la forma y el fondo, por el uso del movimiento y del blanco y negro. Así como por la trascendencia e impacto que supuso su temática: el conflicto religioso
Pero vayamos por partes.
Ordet es una película donde el momento cumbre de la obra comienza cuando transucrre la hora y cuarenta minutos. El final es conmovedor, MILAGROSO, extraño. Dreyer impregna el film de una religiosidad contagiosa, pero sin entrar en este ámbito hay que defender la calidad de la obra.
La historia transucrre en la Jutlandia occidental, en 1925. El viejo y culto Morten Borgen, que dirige una granja, es el padre y líder de una saga familiar: tiene tres hijos, una nuera y dos nietas. Hay que destacar sin duda la presencia del mediano de los hijos, Johanseen, estudiante de teología que sucumbió ante la locura, la cual llegó de la mano de las dudas existenciales que nacieron en él mientras estudiaba. Un personaje importante, principal, genial. Es el autor, de hecho, del milagro final. Pero no quiero descubrir el final, sólo dar pinceladas para que quién no haya visto la película la vea, y quién tenga la suerte de haberla disfrutado, refelxione sobre ella.
El torrente de espiritualidad con el que Dreyer impregna el film se deja ver en una de las mejores secuencias: La conversación de M.Borgen, luterano, con el sastre, de la Iglesia de la Misión Interna. En ella ambos debaten sobre el posible matrimonio de sus dos hijos, con la religión como telón de fondo.
Con un blanco y negro bello y perfecto,y la luz y el detalle en los rostros y los objetos, Dreyer es capaz de crear cuadros en el transcurso de la historia. Quiero recordar - o presentar - (según si habéis visto la película o no) el encuadre maravilloso, el plano estremecedor del funeral. Parece pintado por el más sublime de los pintores, con la luz del ventanal que envuelve la habitación. Ese juego de blancos y negros, de luz y sombra que no hace sino que queramos parar la película para observarlo con detenimiento - al menos yo así lo hice-.
Ordet es, sin duda, la cima del lenguaje cinematográfico de Dreyer, distanciado de un cine convencional que nunca entendió.
David Gutiérrez Eguizábal
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